Brasilia, 31 ago (EFE).- Dilma Rousseff, la primera presidenta de Brasil, fue destituida hoy por el Senado en el marco de un juicio político y el poder pasó a manos del que era su vicepresidente y un declarado enemigo político, Michel Temer.
La votación en el Senado tuvo un resultado incontestable, 61 votos a favor de la salida de Rousseff y 20 en contra, con lo que se rebasó con creces la mayoría calificada de dos tercios (54 votos) que era necesaria para despojarla del cargo.
El Senado halló a Rousseff culpable de incumplir la ley de responsabilidad fiscal, por haber modificado los presupuestos vía decreto, sin autorización legislativa, y porque consideraron que el Gobierno tomó créditos de la banca pública, algo prohibido por ley, al demorarse en hacer depósitos a esos bancos.
Durante el proceso, Rousseff negó que esas maniobras configuren irregularidades y también rechazó que ella tuviera cualquier intencionalidad al firmar los polémicos decretos, por lo que considera todo el proceso en su contra un “golpe de Estado”.
La votación estuvo precedida de los encendidos alegatos finales de senadores de ambos lados, que estuvieron cargados de expresiones dramáticas y hasta de insultos.
El senador Lindbergh Faria llamó “¡canallas, canallas, canallas!” a quienes se disponían a votar a favor de la destitución, repitiendo las célebres palabras que profirió Tancredo Neves, uno de los padres de la democracia, cuando el Congreso apoyó el golpe de Estado de 1964.
Le respondió el senador Ronaldo Caiado diciendo que los “verdaderos canallas” son los que “robaron” a la petrolera estatal Petrobras, un escándalo de proporciones gigantescas que salpicó al Gobierno de Rousseff, pero también a varios ministros de Temer.
Rousseff tuvo el alivio de salvarse de la inhabilitación para ocupar cargos públicos durante ocho años, un castigo que suele ir aparejado al cese forzoso de un político, pero que el Senado decidió no aplicarle a la ahora exmandataria.
La separación de ambas votaciones fue solicitada a última hora por el Partido de los Trabajadores (PT), una moción que fue aceptada por el presidente del Tribunal Supremo, Ricardo Lewandowski, que presidió el juicio político en el papel de garante constitucional, y que causó polémica entre los opositores a Rousseff.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, que votó a favor de la destitución de la jefa de Estado, hizo después una airada defensa para mantener los derechos políticos de Rousseff.
Citó un refrán del noreste de Brasil, “además de la caída, la coz”, para expresar que no era necesario cebarse con Rousseff una vez consumada su expulsión de la Presidencia.
El propio presidente del Supremo también trató de enternecer a los senadores, constituidos en jueces de Rousseff, al advertirles que la inhabilitación es un castigo amplio que le impediría incluso trabajar en el “merendero de una escuela pública”.
La decisión de separar las votaciones causó gran polémica en el Senado y fue responsable de demorar la sesión con la que se concluyó el largo proceso del juicio político, empezado formalmente el pasado mayo, pero que inició sus trámites en diciembre.
En la votación sobre los derechos políticos, 19 senadores cambiaron de opinión, por lo que no se alcanzó la mayoría calificada de dos tercios: el resultado fue 42 votos a favor de la inhabilitación, 36 contrarios y 3 abstenciones.
Rousseff estaba apartada del cargo de forma temporal desde el pasado 12 de mayo, día en el que el Senado votó a favor del inicio del juicio político, y desde esa fecha la Presidencia ha sido ejercida de forma interina por Michel Temer.
Temer concluirá el mandato para el que fue elegida Rousseff, que vence el 1 de enero de 2019, y le cederá el poder al ganador de las elecciones que se celebrarán en octubre de 2018 y a las que ha asegurado que no pretende postularse. EFE