Internacional

‘Campeones’ gana el Goya a mejor película en una noche dominada por ‘El reino’

Escrito por Azizeinforma

Por una vez, ser campeón —y en esto estará de acuerdo el equipo de baloncesto Los Amigos— es mejor que ser subcampeón. El Goya a la mejor película para Campeones, de Javier Fesser, es una reverencia de la Academia a un cineasta querido, que además ha sabido conectar con la taquilla. En los últimos lustros, la película española que más recaudaba no era precisamente la que ganaba el Goya principal. En esta edición sí, los 1.600 académicos han coincidido con los 3,2 millones de espectadores que han acudido a ver Campeones, película de superación protagonizada por un equipo de baloncesto, que se llevó el máximo galardón en una gala celebrada en Sevilla. Una ceremonia en la que El reino, de Rodrigo Sorogoyen, obtuvo siete premios.

Los Goya supieron además reconocer una España plural. Las voces que desde el escenario agradecieron los premios levantaron acta del momento que vive el país, en unos galardones que además se celebraban por segunda vez fuera de Madrid. Empezando por Jesús Vidal, actor revelación por la comedia ácida de Fesser. Vidal, con una discapacidad visual —solo puede ver el 10%, y solo por un ojo—, avisó a la Academia: “Nos dais visibilidad, diversidad e inclusión; no sabéis lo que hacéis”.

El premio a mejor película lo entregaron las actrices deMujeres al borde de un ataque de nervios: Loles León, Julieta Serrano y Rossy de Palma, encabezadas por Pedro Almodóvar. Hace 30 años que recibieron ese Goya y anoche ellas se lo dieron a Campeones, que en total obtuvo tres estatuillas. “El cine sirve”, afirmó desde el escenario el productor Luis Manso. Fesser subrayó que cuando empezó el rodaje se hablaba de discapacitados intelectuales. “Hoy hablamos de personas con capacidades diferentes. Mejor aún: hablamos de campeones”.

Para el thriller político El reino, de Rodrigo Sorogoyen, una zambullida en el barro de la podredumbre moral de la corrupción española, quedó el sabor agridulce de obtener siete premios, incluidos el de mejor dirección y guion original, aunque no el más importante.

Los presentadores de la ceremonia, Andreu Buenafuente y Silvia Abril, dieron ritmo y aportaron risas. También una reflexión: “Dejad en paz al humor. Nos hace más libres”. Los mensajes quedaron en boca de los premiados, en discursos como el de Arantxa Echevarría, mejor dirección novel con Carmen y Lola, que recordó: “La madurez de una sociedad se mide por el sitio que ocupa la mujer en ella. Se lo dedico a quienes no son capaces de meterse en los zapatos de otro, a quienes no creen en las leyes de violencia de género. Que vayan a ver una película de gitanas lesbianas”. Y lo mismo así, remataba, descubrían otras cosas.

Hubo otras primeras veces, como la de Laura Pedro, la primera mujer en ganar la estatuilla como jefa de equipo de efectos digitales. Lo logró con Superlópez, que Pedro realizó como trabajadora de la empresa El Ranchito, una de las compañías punteras en efectos. Por primera vez, Netflix ganó la estatuilla a mejor película iberoamericana, gracias a Roma, el destructor mexicano liderado por Alfonso Cuarón y llamado a arrasar en todas las galas.

Por parte de Roberto Fernández, del equipo de sonido de El reino, hubo una reflexión sobre otro de los retos pendientes para lograr una sociedad mejor: la conciliación. Eva Llorach, con el premio a la mejor actriz revelación en la mano, pidió al resto de las nominadas en cualquier categoría que se pusieran en pie. “Quiero hacer unfrances macdormand [en referencia a la misma petición que la actriz estadounidense realizó en los Oscar]“. Y con el liderazgo de Penélope Cruz, a la que Llorach pidió en primer lugar que se pusiera en pie, el resto se levantó, se miró y se reconoció: eran 29 mujeres y a cambio había 113 hombres.

Por primera vez, James Rhodes —reconvertido en el mejor embajador de España— actuó en los Goya, e interpretó una desoladora pieza de Bach en el momento de recordatorio de los fallecidos. Por primera vez cantó Rosalía, y lo hizo con Me quedo contigo, de Los Chunguitos. Susi Sánchez, mejor actriz protagonista por La enfermedad del domingo, ganó su primer premio en mitad de una increíble gincana: se hizo la alfombra roja, se fue a realizar su función en un teatro en Sevilla, y volvió para la ceremonia. Ella defendía la única candidatura de la película de Ramón Salazar.

Hubo una segunda vez: Antonio de la Torre por fin logró su segundo Goya, tras ganar el primero a la primera. Entremedias, otras 11 candidaturas. “Este Goya se queda en esta tierra, que ha acogido a la gente extranjera y que seguirá acogiéndola”. De la Torre encarna al político corrupto de El reino, que se llevó siete premios. Ese político hubiera disfrutado de algunos momentos hilarantes de la gala, como la acumulación de orquestinas, tunas, chirigotas, ballets y conjuntos de sambistas, antes de que apareciera Màxim Huerta, que se autodenominó “el breve”, por su rápido paso por el Ministerio de Cultura, y anunciara el Goya al mejor corto de ficción.

La lucha de aquellos que viven en el lado de los perdedores, de quienes habitan en los dobleces de la historia, se vio reflejada en dos premios, el de mejor documental para El silencio de los otros, de Robert Bahar y Almudena Carracedo, sobre los crímenes del franquismo. Y el Goya al mejor largometraje de animación se lo llevó Un día más con vida, la adaptación de la primera novela del reportero Ryszard Kapuscinski, un bello filme de Damian Nenow y Raúl de la Fuente, que ya se llevó este galardón en el cine europeo.

“Las cosas las he hecho para ustedes, siempre para ustedes”, decía Chicho Ibáñez Serrador al final del vídeo en que se celebraba su Goya de Honor. En esta edición de los Goya, la Academia, en los premios y en el ritmo de la ceremonia, pensó en todos los espectadores y televidentes.

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