CZESTOCHOWA.- En un clima de gran recogimiento y fervor religioso, el Papa Franciscopresidió hoy su primera misa multitudinaria en Polonia, ante 300.000 personas que llegaron al santuario mariano más importante del país, famoso por su imagen de la Virgen negra.
Al comienzo de la celebración, después de incensar el altar el Papa no vió un escalón y se tropezó, desmoronándose en el suelo. Pero fue sólo un susto. Enseguida sus colaboradores lo levantaron y siguió celebrando, como si nada hubiera pasado.
Francisco llegó a Czestochowa, meta de peregrinajes desde todo el mundo y corazón espiritual de Polonia, a 100 kilómetros al noroeste de Cracovia, para un evento religioso de carácter nacional: conmemorar el 1050 aniversario del bautismo de Polonia, país de fuerte y arraigada tradición católica.
En una jornada gris y húmeda, cuando llegó en papamóvil a la plaza y avenidas que rodean el santuario de Jasna Gora, el “monte claro”, donde tuvo lugar la misa, el Papa fue recibido con gran calidez. La gente, que lo esperó durante horas rezando el rosario -muchos incluso pasaron la noche a la intemperie para obtener un buen lugar-, agitaba banderas polacas y del Vaticano y entonaba cánticos religiosos, con una alegría contenida.
Antes de la misa, en la que por supuesto recordó a san Juan Pablo II -que en 1991 encabezó aquí una Jornada Mundial de la Juventud-, Francisco rezó en la capilla del monasterio del santuario mariano ante la veneradísima y bella imagen de la Virgen Negra. La tradición indica que esta tabla de 122×82 centímetros fue pintada por San Lucas, que habiendo sido contemporáneo de María, habría diseñado su verdadero rostro. Aunque para los críticos de arte el cuadro es un ícono bizantino realizado entre el VI y IX siglo.
Luego de orar en silencio varios minutos ante la imagen -descubierta del panel de plata que la protege en modo solemne, al ritmo de tambores y trompetas-, Francisco dejó de regalo, como es tradición de los pontífices, una rosa de oro. Y rezó un Ave María. Se estima que cuatro millones de personas peregrinan cada año hasta este santuario mariano.
En la misa, concelebrada por obispos y miles de sacerdotes polacos y de otras nacionalidades, en la que hubo bellísimos coros y un clima de gran recogimiento, el Papa advirtió del peligro de caer en la tentación del poder. Recordó que “el reino de Dios no viene con ostentación, sino en la pequeñez y en la humildad” y alabó la figura de la Virgen María.
“El Señor no mantiene las distancias, sino que es cercano y concreto, está en medio de nosotros y cuida de nosotros, sin decidir por nosotros y sin ocuparse de cuestiones de poder”, recordó. “Prefiere instalarse en lo pequeño, al contrario del hombre, que tiende a querer algo cada vez más grande”, agregó. “Ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano, y es una gran tentación que busca infiltrarse por doquier”, denunció. Lo escuchaban en primera fila el presidente polaco, el conservador nacionalista Andrzej Duda y las más altas autoridades políticas del país. “Donarse a los demás, cancelando distancias, viviendo en la pequeñez y colmando concretamente la cotidianidad, en cambio, es exquisitamente divino”, subrayó, en un sermón que pronunció en italiano, traducido en forma simultánea por un sacerdote e interrumpido varias veces por aplausos.