Si había un país que necesitaba un espectáculo esperanzador en estos momentos, era Brasil.
El primer país de América del Sur en ser el anfitrión de unas olimpiadas viene de vivir unos meses intensos de crisis política y económica. Sus esfuerzos de preparación para los juegos fueron criticados desde todos los ángulos: el virus de Zika, las aguas contaminadas, las demoras en algunas obras de construcción, la seguridad y el presupuesto.
Por esto, la ceremonia de inauguración de los juegos el viernes fue una especie de bálsamo que escondió las heridas durante unas horas y le permitió al país entero celebrar su historia con colores y música alegre.
“El show fue espectacular, con su representación de la historia de Brasil a través de imágenes y movimiento”, dijo Luís Gustavo da Silva Teixeira, 24, un trabajador en una fábrica de automóviles que vio la ceremonia en un café en Río. “No se si será algo único que mis hijos nunca volverán a ver en este país, me siento muy afortunado”.
Los organizadores de la ceremonia, conscientes de los esfuerzos nacionales para lograr semejante espectáculo, incluso escogieron una palabra en portugués para describir el empuje brasileño: gambiarra. Al traducirla, esta palabra podría significar algo así como, “hacerlo como MacGyver”.
En la galería de fotos podrán ver algunas de las mejores imágenes del evento, que incluyó la presencia de la modelo Gisele Bünchden, un homenaje a Alberto Santos-Dumont (el aristócrata que según varios brasileños se inventó el avión antes de que lo lograran los hermanos Wright) y varias alusiones a temas más serios, como la pobreza y el cambio climático.
Después de la celebración, las delegaciones de 206 países solo tienen un objetivo: ir por el oro y alcanzar la gloria. Brasil, por su parte, también estará bajo escrutinio durante las próximas dos semanas, pues hasta entonces se podrá hacer una evaluación completa de su papel como anfitrión.
