La Guerra de la Restauración (1863-1865), también conocida en España como Guerra de Santo Domingo, fue una guerra llevada a cabo entre rebeldes dominicanos separatistas y las autoridades españolas de Santo Domingo.
El Grito de Capotillo
El 16 de agosto de 1863, un nuevo grupo de 14 hombres bajo el liderazgo de Santiago Rodríguez hizo una audaz incursión en el cerro de Capotillo (Dajabón) e izaron el pabellón dominicano. Esta acción, conocida como el Grito de Capotillo, fue el comienzo de la guerra. Entre los integrantes se encontraban Benito Monción, Juan Antonio Polanco (hermano mayor del general Gaspar Polanco) y Pedro Antonio Pimentel, entre otros. El experimentado guerrero Gaspar Polanco esta vez se coloca a su lado y llega con ellos a las afueras de la ciudad de Santiago, la cual fue sitiada por miles de hombres.
Expedicion de Tropas de Refuerzo a Santo Domingo tras el Grito de Capotillo
A raíz de las posteriores rebeliones en diversas zonas del país, los españoles empezaron a desplegar tropas de Cuba y Puerto Rico y también de la península hacia Santo Domingo para sofocar los encontronazos que se daban en todo el territorio de la provincia.
La guarnición española en octubre de 1863 era la siguiente:
– Primera Brigada
– Coronel Don Julián González Cadete
– Batallón de Cazadores de La Unión.
– Batallón de Tarragona.
– Cuarta Compañía de Montaña del Regimiento de Cuba.
– Segunda Brigada.
– Coronel Don Joaquín Suárez.
– Batallón de Isabel II.
– Batallón de Nápoles.
– Tercera Compañía de Montaña del Regimiento de Cuba.
– Milicias del País, capitán Máximo Gómez (Milicia).
– Tropas del Cuartel General (Sede).
– Primera Sección de Cazadores de África.
– Primera Sección de Lanceros de la Reina (Lanceros).
La Toma de Santiago
Una ciudad tras otra en el Cibao se unieron a la rebelión y, el 13 de septiembre, un ejército de 6000 dominicanos12 liderados por el comandante en jefe de la guerra restauradora, el general Gaspar Polanco, se atrincheró en la Fortaleza San Luis, en Santiago. Polanco tomó la decisión de incendiar parte del pueblo de Santiago, rodeando a la Fortaleza de San Luis en un torrente de llamas y humo. La estrategia surtió el efecto esperado, ya que cuando la ciudad quedó en cenizas, perdió valor estratégico para los españoles que no tenían de donde abastecerse, ni donde guarecerse. Cuando los sitiados en la Fortaleza San Luis decidieron salir hacia Puerto Plata, les persiguió tenazmente, tendiéndoles una emboscada en El Carril y El Limón, provocando numerosas pérdidas para los españoles. La precipitada retirada de los españoles hacia Puerto Plata produjo 1300 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos.