Sociales

De la certeza a la incertidumbre y el auge de la corrupción

Todavía nos preguntamos qué pasó con gente a quien en el algún momento tuvimos como personas éticas y correctas, algunos incluso profesionales destacados en sus áreas, que de repente pasaron a ser depredadores del Estado, corruptos hasta la médula, a quienes ni siquiera les molesta que los señalen o los metan a la cárcel.

Lo importante para ellos es tener mucho dinero.

Ni siquiera cuando Juan Bosch renunció del partido a principio de los años 90 y denunció que la organización había caído bajo control de una camarilla de pequeños burgueses ambiciosos, cuyo único interés era hacerse rico, ni siquiera entonces, repito, pudo uno imaginar que el cáncer de la corrupción había penetrado tanto el alma del nuevo partido fundado por el líder, y que en sus inicios se vendió como ejemplo de honradez.

En el primer Gobierno de Leonel Fernández no se vio la voracidad que hoy encontramos en muchos funcionarios del Estado.

Pero todo cambió súbitamente y las ganas de conseguir la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible pasó a ser la norma. Pero no solo en el PLD, también en sectores de la oposición.

Y no es que todo el que ocupa o ha ocupado un cargo en el Estado sea un delincuente.

¿Qué pasó? ¿Cómo es que gente tan seria de repente se ha tornado más voraz que una bíblica plaga de langostas? ¿Cuándo se produjo esa perniciosa metamorfosis?

En el programa Cuentas Claras hablé con el sociólogo Marcos Villamán, rector del instituto Iglobal de la Funglode, y ya entiendo un poco más la razón de tanta codicia.

“Es que hemos pasado de la certeza a la incertidumbre”, me explicaba el profesor Villamán cuando le preguntaba qué entendía él que estaba pasando en la sociedad dominicana.

En los años 60 y 70, dijo, los jóvenes luchaban por un ideal, por una causa, la democracia, la libertad de expresión… Había una certeza.

La sociedad logró esos objetivos.

La sociedad cambió, la clase media ha crecido, pero al mismo tiempo se siente vulnerable, insegura. No olvidemos que quien fue un descamisado y hoy es un pequeño burgués le teme como el diablo a la cruz volver a caer en la pobreza.

Eso los lleva a ser capaces de hacer cualquier cosa para asegurar “su futuro”, incluso entrar al lodazal (excepto, claro está, Reinaldo). Es decir, en nuestra época prima la incertidumbre.

Y he aquí uno de los por qué de tanta corrupción. Además de la falta de valores y de una auténtica seguridad social.
“Llegar a viejo y arrancao es una maldición mi hijo”, dicen algunos ahora.

Por tanto no es extraño que cuando de corrupción se trate, en República Dominicana la realidad supere a la imaginación.

Hasta funcionarios de rangos insignificantes, hasta el otrora predicador de moral, todos parecen haber entrado a batir el cobre. Mientras la ciudadanía, está harta de tanta corrupción e impunidad y -con razón- reclama justicia y por eso marcha y marchará pacíficamente hasta ver resultados.

La situación es tan critica que hace poco unos ladrones penetraron a la casa de un funcionario de la Superintendencia de Electricidad, y la reacción de muchos lectores -especialmente jóvenes- fue de júbilo. Sí, leyó bien, júbilo. Aunque usted ni Ripley lo crean.

Quienes menosprecian las ansias de justicia de la sociedad deberían prestar atención a este tipo de señales de hastío colectivo. Aún estamos a tiempo.

Fuente: eldia.com.do

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